A pesar de la elitista Feria
Internacional del Libro y sus conflictos de intelectuales caviares y uno que
otro escribidor pestífero, tuve en agenda desde un mes antes llegar temprano a
la presentación del libro de Pedro Martín José
María Suárez-Vértiz Alva (Pedrito), músico, cantante, compositor y productor peruano de los que aparecen cada mil
años.
Y lo digo no solo por sus composiciones, por su canto o su libro, si no porque en realidad es una luminaria entre este montón de estiércol televisivo o radial que nos lanzan todos los días.
Y lo digo no solo por sus composiciones, por su canto o su libro, si no porque en realidad es una luminaria entre este montón de estiércol televisivo o radial que nos lanzan todos los días.
Llegue a las 6.30
p.m. con mi hijo Jossué de 11 años, que también canta sus propias
composiciones, lo puse en la cola, éramos el número 11 en ese reducido espacio
y volé a comprar el libro a la editorial El Planeta que esta a casi la entrada
del recinto ferial, había una tremenda colaza de compradores frente a caja con
su libro de Pedrito entre otras compras, para sorpresa eran jóvenes la gran
mayoría. Una vez me entregaron el mío gastándome los últimos veinte soles que
me quedaban para el resto del mes, regrese corriendo a buscar a mi hijo quien
lo halle sentado en la última fila, no se puso adelante porque pensó rápidamente
que muy cerca sería peor de lo que ya se veía. Sentadito tranquilo observando a
los mayores me dijo: “Estos no tienen cultura” (Jossué es Indigo como yo y casi
toda mi parentela).
Media hora antes de
la indicada para el inicio del acto central, ya el auditorio rebasaba de gente,
y como siempre a última hora atropellando entre la masa los periodistas con sus
cámaras exigían privilegios entre la frustrada multitud que se quedo fuera por
tardones. El reclamo de los fans que exigían iguales privilegios ya se estaban
extremando hacia las irrespetuosas conductas del empujón y jaloneo, las
palabrotas aun no emergían.
Mi hijo me miraba
tan pasivo, diciéndome: “Papa, si los organizadores sabían que venía una
estrella porque no agrandaron este lugar, pobre gente la de afuera…”
Cierto, además de
eso, vi solo dos policías que nada podían hacer pues su estatura los hacía
parecer uno más de la multitud además que habían sido desplazados hacia la
salida por la misma presión de la masa al borde del salvajismo y los gorilas
contratados pusieron sus mallas de fierro que poco podían hacer. Botaron algunos
paneles de drywall que colocan siempre como divisiones entre stand, auditorios
y otros y ya casi se metía el mar humano y nos cancelaban la gran noche. Menos
mal no paso a mayores, pero si el evento se redujo al mínimo tiempo.
Ser hincha o fans
en este país es sinónimo de irracionalidad, no hay esa actitud u opción de
imitar a su estrella, mostrar ser lo más próximo a su forma de vida y que para
este caso de Pedrito Suárez-Vértiz, es la de un ser humano educado,
consecuente, pacifico, tolerante, comprensivo, preocupado, y muy culto así el
lo niegue. Sus fans “NO”.
Y este fenómeno imprudente
solo se ve en este país, pues en otros se ha evolucionado a “Levels”
superiores, como diría la juventud índigo. Se muestran más educados incluso los
periodistas.
Una y otra vez
escuche a Beto Ortiz decir que “No dará entrevistas”, sin embargo allí estaban
presionando por una in humana exclusiva, y seguro preguntarle: “”Te duele”,
como escucho tantas veces en los reportajes de otros temas.
¿Acaso nunca se han sentido delicados de salud?
¿Qué pides tu cuando estas delicado?
Acaso no deseas
nadie te moleste, quieres reposar, dormir mucho tal vez, estar solo (a), hacer
cosas de absoluta soledad… PORQUE TODO
ESO CURA.
Bueno, solo quería reflexionar
un poco sobre este día, soy pesimista en que de algo sirva en este país que con
quinientos años de putrefacción y sigue casi con cáncer terminal al ver a los políticos
que desarrolla.
Recomiendo a la
juventud leer el libro, sus ciento cincuenticuatro páginas solo toman el tiempo
de lectura de tres horas y media de manera pausada en un paraje verde con un
rio al costado, sentado en una azotea lejos del trafico, no digo arriba de un árbol
porque han talado los cientos que habían en mi barrio, pero un jardín lejano está
bien.
El libro es como lo
que se pide hoy, anecdotarios, cosas reales, la vida misma, la verdad, mágico porque
llega al alma. Es el ritmo actual que los intelectualoides enternados que
escriben tomos no comprenden, salvo exigirse premios y homenajes a sus egos por
sus redacciones que jamás nadie leerá por ser tan incómodos y pesados para leer
en una combi o micro.
Ahora les dejo el video
de todo lo que se desarrollo a los que no pudieron ingresar y espero “EVOLUCIONEN” a un “level” superior de
mas puntualidad, control y educación, como me dijo mi hijo de once años.
Fin de semana largo,
me llevo el libro para volverlo a leer y de seguro compartirlo, porque cabe en
la mochila.
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