Es usual que recorrer en bus por cualquier
parte del Perú, lo primero que sube y no como pasajero es un vendedor de dulces,
llaveros, impresos, lapiceros, hilos, agujas...etc. etc. etc.
Antes era campo exclusivo invadido por
provincianos tratando de sobrevivir lejos de su terruño, luego se pobló con
desempleados, urgidos de medicinas o recientes salidos de presidio.
Hoy se han integrado los emigrantes de otros
países, no solo de Venezuela. He sido testigo de escuchar a vendedores con su
letanía ya típica de motivación de ventas, cargando la conciencia del que no
apoya con unos centavos.
Pero una de estas experiencias viajeras me
motiva este post que no deseo hacerla tan larga a horas de leer que Estados
Unidos ha firmado un acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para
invadir Venezuela.
Resulta que hoy subí al bus y detrás de mí una
chica con su bolsa de caramelos y un fajo de billetes en la mano, pensé rápidamente:
“La van asaltar si no guarda sus billetes”.
Sentado y ya pagando mi pasaje, escuche a
lo lejos la letanía de la no tan mal nutrida hija del país llanero, pero
curiosamente a la venta de caramelos por un sol, advirtió que por apoyarla “Obsequiaba”
un billete de su país Venezuela por cada compra, ya que allá no tienen valor
alguno.
Resumo; le pregunte cuanta variedad de
billetes tenía, ya que tengo afán de coleccionista, me indicó que solo tenía de
50 y de 100 Bolívares, serían los primeros que conocía, y estaban en perfectas
condiciones, bellos colores, impresión envidiable al dólar norteamericano en
calidad de papel, y se me vino a la memoria la época en que me quede con
toneladas de billetes del famoso INTI peruano, esto es ya otra historia. Compre dos caramelos y se me obsequió dos billetes los cuales entrego en este post para ilustración.
Ahí me
quedo, no quiero ahondar en como los poderosos no tienen escrúpulos para
empobrecer los pueblos.
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