Dos jugadores de ajedrez ejecutan su primer movimiento de ajedrez, con ello un amplísimo abanico de posibilidades están en juego.
Existen 400 posiciones posibles en el
tablero. Después del segundo turno, hay 197.742 partidas posibles. Y después de
tres movimientos, hay 121 millones.
El número de posiciones diferentes
posibles después de sólo 10 movimientos tras haber empezado llegan a los 165
cuatrillones y medio.
Es decir:
165.518.829.100.544.000.000.000.000.
En consecuencia, el número de partidas
diferentes que pueden desarrollarse en un juego tan aparentemente simple como
el ajedrez supera de largo un 1 seguido de 100.000 ceros, es decir, una
cifra superior a todos los átomos del universo, tal como lo dice Leontxo García en
su libro Ajedrez y ciencia.
El cálculo bruto, en tamaña cantidad de
posibilidades, solo es apto para los ordenadores: la mente humana debe
conducirse más por la intuición y el pálpito.
Y para que te iluminen esos atajos
cognitivos, la práctica resulta fundamental.
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